lunes, 6 de julio de 2015

El último viaje - III

Las palomas salieron volando cuando entró en la plaza con su vieja bici, el lugar quedó solitario y sin obstáculos. Una sonrisa expontánea dibujaba su cara, la gente desde las terrazas le observaba. Se sentía diferente, se sentía libre.
En ese momento escuchó una voz a su espalda. "Señor, se le ha caído esto!". Un chico de unos quince años corría hacia él con un fajo de billetes en la mano.
Instintivamente se echó la mano al bolsillo trasero y comprendió. Bajó de la bici y se quedó observando al jovenzuelo acercarse con un trote entre urgente y taciturno.
"Esto se le ha caído", dijo sofocado el aliento. Le tendía, estirado el brazo, los quinientos euros. Aquel gesto sorprendió tanto a Mario que no supo que hacer. Así que le dió un billete de cincuenta al chaval y le ofreció su mano. El chico le respondió con una sonrisa y se fue andando taciturnamente ( otra vez). "Como te llamas!", gritó Mario. "Eliot", dijo el chico ya desde lejos. Y desapareció mas allá de la plaza.






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