Acabo de llegar de la Corte de un evento networking. Me armo un finito y me sirvo una birra. Demasiado tarde para ponerme a cocinar, soluciono la cena con un sándwich.
Esta mañana, caminando hacia la residencia de mi padre, de repente he notado una sensación extraña. He levantado la mirada, escuchaba el sonido de las ramas de las palmeras del paseo flexionarse con la caricia de la brisa, la misma que mesaba los rubios cabellos de una niña que montaba en bici. El cielo...azul.
Cuando uno está jodido de verdad, metido en un hospital o un calabozo, como se echan de menos estas pequeñas cosas, esa belleza escondida y tan evidente. Pero de lo que más te arrepientes es de no haber sabido apreciar esos pequeños momentos cuando estabas bien, cuando eras libre.
Espero que me permitas, al menos, tener algunos de esos momentos con E.A.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario