Estais dormidas, en el camastro. Como dos semidiosas grecoromanas protegidas del frio romano que a veces es luterano. Vive Dios!!.
Pero a mi me apetece escribir. Las pocas fotos que tengo de esta última vez en Roma quedan grabadas en mi memoria. Egle ofreciéndome una algarroba sentados en la hierba. Esa trona del restaurante que me hizo ver la luz. Verte a ti ayudando a Egle a dar sus primeros garbeos. Veros a las dos rodeadas de tanto espacio y tan bello... La cúpula de San Pietro y la Corte romana a lo lejos.
Sin palabras.
Hoy he visto a un chaval joven tocando el piano en la Plaza de ayuntamiento, te habría gustado. He pensado en vosotras, como aquella vez que Egle y yo nos pegamos nuestro primer dancing en Plaza Navona. No hay nada como la música en directo. Cosa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario